jueves, 12 de junio de 2014

Seamos realistas. Midamos lo imposible.

Es ya conocida la proliferación de mediciones sobre precios y evolución de los índices de pobreza e indigencia.
La indigencia se calcula como el % de población que no accede a una canasta básica alimentaria. La canasta supone la adquisición de productos de precio mínimo, es decir, el más barato de su rubro por la misma cantidad.
Esto en la práctica, es imposible de conseguir en un único lugar de compra por cuanto algunos productos son más baratos en unos lugares que en otros.
La canasta básica mide los precios de productos y cantidades que necesita un varón de 30 a 59 años para tener sus necesidades alimentarias cubiertas.
En referencia a lo alimentario existen incluso otros estudios que cuestionan la composición y las kilocalorías que proveen las canastas que habitualmente se utilizan para las estimaciones.
La canasta de pobreza es el resultado de multiplicar la canasta básica alimentaria por un coeficiente que agrega los gastos no alimentarios (vestimenta, transporte, salud, indumentaria, esparcimiento, vivienda, equipamiento, etc). Ese coeficiente se llama inversa de Engel; hagámosle un mínimo tributo.
De ahí se expande hacia el resto de los miembros según sexo y edad de los integrantes del hogar por cuanto cada uno de nosotros tenemos diferentes necesidades energéticas.
Aquí es donde, además, intervienen la estrategias de consumo de cada hogar que son muchas y distintas porque los hogares se componen de diferentes formas y tamaños.
De lo anterior se desprende que para medir pobreza hay que medir precios, el gasto de los hogares y luego la carencias por ingresos de la población de estudio. Estos son los requerimientos que hay que tener y que, no todos los que difunden estimaciones, tienen. No  obstante, tenerlos no es garantía de nada.
El diario La Nación difundió en el día de hoy un estudio elaborado por la UCA sobre la incidencia de la pobreza en el conurbano de la Provincia de Buenos Aires que impactaría sobre el 30% de la población.

Durante la semana ya habíamos leído en Clarín que el 28,4% de los porteños vivía debajo de la línea de pobreza. 
La noticia del diario Clarín, remitía a un estudio elaborado por la Dirección de Estadísticas del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que puede verse aquí:  http://www.estadistica.buenosaires.gob.ar/areas/hacienda/sis_estadistico/ir_2014_694.pdf
Resultaba muy llamativa la convergencia de ambos estudios elaborados por un organismo oficial y una Universidad vinculada a la Iglesia por cuanto existe larga evidencia empírica de que los registros de pobreza de la ciudad de Buenos Aires y los partidos del Conurbano de la Provincia de Buenos Aires son marcadamente disímiles. Resultaba llamativo porque ambos estudios orillaban el 30% de pobreza para la región metropolitana casi sin diferencias entre las regiones.
Incluso, llamaba aún más la atención que la Dirección de Estadísticas del GCBA @EstadisticaBA difundiera desde su cuenta oficial una nota que claramente entraba en conflicto con sus propios datos.

 Los resultados son claramente inconsistentes entre sí. Tal es así que la encuesta de la UCA (que difunde desde su cuenta la Dirección de Estadística del GCBA) informa que la pobreza en la Ciudad alcanzaría al 8%; algo que difiere notablemente del 28% informado por la propia Dirección.

Semejantes diferencias podrían tratar de entenderse a partir de márgenes de errores en las estimaciones como consecuencia de tamaños muestrales ostensiblemente diferentes.
La UCA informa un tamaño muestral (n=5700) discreto para medir la pobreza a nivel nacional y mucho más discreto si restringimos el análisis a los elementos correspondientes a la Ciudad de Buenos Aires. En consecuencia el margen de margen de error se expande en la estimación pero difícilmente podamos justificar la diferencia entre 8% y 28%.
En contraposición, la medición del GCBA informa un tamaño muestra de 9.578 elementos según surge de la Encuesta Anual de Hogares.
En síntesis, la muestra del GCBA es casi el doble de tamaño y para medir sólo la ciudad de Buenos Aires y sería una muestra con menor margen de error para la estimación.
¿Qué pasa entonces si proyectamos la pobreza nacional a partir de la muestra del GCBA?
Tomemos como referencia la encuesta de UCA y la relación de pobreza entre ciudad y país.
Si proyectamos esa relación a partir de la encuesta GCBA, la pobreza nacional sería de 101,4%. Un absurdo que nos eximimos de explicar.
Hay larga evidencia empírica que la pobreza a nivel nacional es claramente mayor que la registrada en la Ciudad. Tomando los datos oficiales informados por INDEC y para el período 2003-2007 para evitar discusiones al respecto del organismo, la pobreza en el país fue en promedio un 190% mayor que los valores registrados en la Ciudad.
En consecuencia, si aplicáramos esa relación histórica a la encuesta del GCBA (que como ya dijimos tiene una muestra más amplia) la pobreza nacional alcanzaría al 80% de la población. Otro absurdo que también nos eximimos de explicar aunque el valor esté comprendido en la escala porcentual.
Qué jodidos son los números. Porque una muestra de mayor tamaño (GCBA) nos lleva a un absurdo por la relación histórica de la incidencia de la pobreza de la ciudad respecto del total nacional.
Y una muestra discreta de tamaño menor y márgenes de errores más amplios (UCA) nos lleva a otras incongruencias que ya señalamos en otra oportunidad. Así es que las mediciones de UCA, alguna vez, registraron ya impresionantes caídas de pobreza nunca vistas (pero siempre publicadas jeje) del 35% al 22% tan sólo en meses.

Qué jodidos son los números...

martes, 3 de junio de 2014

Un ataque viral es 5 veces más efectivo que una defensa. Repercusiones mediáticas y en redes sociales de una misma noticia

La relación entre repercusiones mediáticas y en redes sociales en el caso de la Carta del Papa. La semana pasada se armó alto revuelo con la difusión de una carta del Vaticano que primero se supuso como falsa y luego se confirmó como verdadera. El episodio fue un laboratorio interesante por la velocidad en la que se sucedieron los acontecimientos que se desarrollaron en apenas 24 horas y por supuesto fueron acompañados por repercusiones mediáticas tradicionales y redes sociales que vivieron “minuto a minuto” la evolución de lo que se inició como un papelón por la supuesta falsificación de la carta y terminó como un papelón para la falta de conocimiento de la emisión de la carta por parte del mismo emisor. El tratamiento de los diarios con sus versiones impresas y online fue dispar.

Así es que por ejemplo, el diario La Nación tuvo una cobertura mayor para la noticia cuando se presumía falsa. En total dedicaron 18 artículos (69.000 caracteres entre web y diario) distribuidas en notas por mitades según la carta fuera “falsa” o verdadera; la extensión de las mismas, en cambio favoreció a la versión presumida como falsa.


El diario Clarín, en contraposición, dedicó mayor cantidad de notas y centrimetraje asociado a la noticia cuando ya se confirmó como verdadera (4 cuando la noticia se suponía como falsa y 6 cuando se había confirmado como verdadera).


El siguiente gráfico muestra la nube de palabras asociadas a la carta en La Nación y Clarín según los artículos hayan sido escritos bajo la presunción de falsedad o la confirmación de veracidad.



Las redes sociales, en general; y twitter, en particular, acompañaron la evolución del tema de manera intensa. En el siguiente gráfico pueden compararse la cantidad de tweets influyentes con usuarios con más de 5000 seguidores que hayan conseguido al menos 10 RTs para los dos momentos que atravesó la “carta del Papa”.


Si bien la cantidad total de tweets influyentes cuando la carta se confirmó como verdadera fue superior al acumulado de tweets cuando la carta se presumía falsa, la evolución horaria muestra que la reacción en tweets cuando se la presumía falsa ha sido más virulenta e intensa registrando los 2 picos máximos. En la práctica, mientras la carta se presumía como falsa 4 hashtags, 3 palabras asociadas y 1 usuario (@pontifex) alcanzaron a ser tendencias en Argentina (trending topic); con una composición de contenido marcadamente negativa. En contraposición, cuando la carta se confirmó como verdadera y aún habiendo alcanzado mayor cantidad de tweets influyentes sólo consiguieron un registro de tendencia (Karcher) tal como muestra el siguiente gráfico.


Las redes sociales reaccionaron de manera más intensa, rápida y efectiva cuando la carta se presumía falsa y la noticia rozaba el #papelón; en definitiva y como reza una máxima del periodismo, se publican los aviones que caen pero no los que llegan.//




También aquí: http://www.infonews.com/2014/05/30/politica-146927-la-carta-del-papa-y-la-cobertura-mediatica.php